«El Valor de los Equipos en la Empresa», por Carmen Recuero
En el ámbito empresarial de los últimos 20 años se ha desarrollado cada vez más la práctica del trabajo en equipo, pero habría que preguntarse ¿hay conciencia real de lo que implica el trabajo en equipo? Nuevos valores, nueva cultura de trabajo, nuevas interrelaciones se generan con la implantación de esta forma de organización del trabajo. Lo cierto es que este modelo se introduce en la empresa porque se pone de manifiesto su capacidad de conseguir mejores resultados que a través del trabajo individual.
Los organigramas de las empresas se horizontalizan en búsqueda de una mayor rapidez en la respuesta al mercado. Es en esté contexto en el que se hace patente la necesidad de potenciar la comunicación y el trabajo en equipo dentro de las organizaciones. Pero, ¿están nuestras estructuras organizativas preparadas para ello?, ¿sobre que bases de relación empresa/colaborador debe asentarse estos nuevos paradigmas de gestión?
A lo largo de la vida de los equipos existen una serie de factores que determinan su óptimo rendimiento. Su ausencia o indefinición podría, seguramente, llevar a un fracaso en la consecución de los objetivos, por muy maduro que haya sido el equipo en el pasado. Estos factores se centran en:
- Un establecimiento claro de los objetivos a conseguir.
- Compromiso individual y participación activa.
- Confianza mutua y voluntad de apoyo en un compromiso común.
- Comunicación abierta y bidireccional que favorezca el “feedbak”.
- Aceptación del conflicto constructivo en un ambiente de flexibilidad y consenso.
- Evaluación continua a través de una supervisión cualificada que garantice el reconocimiento de los logros y la equidad en las compensaciones.
Cuando hablo de trabajo en equipo, no solo me refiero a equipos de proyecto, grupos de trabajo autónomos, grupos de mejora, o el trabajo en equipo que se fomenta en los departamentos para hacer más polivalentes a los trabajadores, ya que pueden existir diferentes niveles del concepto de equipo dentro de las organizaciones.
También puede considerarse un equipo a una organización completa, como es el caso de las pequeñas empresas, donde la existencia de un equipo compacto resulta de vital importancia, pues de ello depende, en muchas ocasiones, la propia supervivencia de la empresa, aunque el trabajo se desarrolle de forma más individualizad. En este sentido resulta de importancia vital que cada persona dentro de una empresa u organización de cualquier tipo se sienta parte integrante de un equipo, lo que fortalecerá su espíritu de pertenencia, no solo al grupo pequeño de proximidad en el que desempeña su trabajo, sino al gran equipo que compone el total de la organización, sea cual sea el tamaño de ésta.
VALORES QUE SUSTENTAN EL TRABAJO EN EQUIPO
Para que puedan desarrollarse las circunstancias anteriormente descritas, que fomentan y potencian la riqueza del producto de los equipos, tienen que estar sustentados en una serie de valores, que deben darse, no solo en el grupo, sino también en la organización a la que pertenecen.
Las empresas, como la sociedad, como cualquier grupo humano que permanezca en el tiempo, va afianzando unos patrones culturales a lo largo del tiempo, sobre los que desarrolla su comportamiento. Estos valores culturales tienden a consolidarse, lo que viéndose desde un aspecto positivo puede ser bueno, pues crea una cultura sólida y fuerte; pero también puede tener connotaciones negativas, en el sentido que pueden “fosilizarse”.
Este es uno de los más graves problemas cuando se quiere construir una forma diferente de relación, una nueva forma de organización del trabajo, y es que esta nueva forma de organizarse, necesita unos nuevos patrones culturales y ese es uno de los factores más difíciles de cambiar en los grupos humanos. Demasiadas empresas siguen ancladas en los sistemas clásicos de gestión, tratando “problemas de hoy con soluciones de ayer. La cultura de trabajo en equipo requiere profundos cambios en los valores empresariales, que finalmente son los que repercuten en el individuo que pertenece a un equipo de trabajo, y que le van a facilitar o dificultar desarrollar las actitudes favorables para construir un buen equipo.
Algunos de los valores fundamentales que deberían estar presentes cuando se desea fomentar el espíritu de equipo en una organización son:
- HUMILDAD para APRENDER de los demás.
- GENEROSIDAD para COMPARTIR con los otros.
- CONFIANZA para HABLAR Y ESCUCHAR.
- APERTURA a OTRAS IDEAS.
- TOLERANCIA a IDEAS DIVERGENTES.
- ACEPTACIÓN DE RIESGOS para APRENDER DE LOS ERRORES y acometer nuevos proyectos.
- RESPETO A LA DIVERSIDAD para ENRIQUECERNOS.
A lo largo de la vida profesional del individuo, suele producirse el momento mágico de pertenecer a espléndido equipo de trabajo. No es tan frecuente como debería ser, pero cuando así ocurre es una experiencia inolvidable. Y si reflexionamos sobre ese momento, lo más seguro es que recordemos que estos valores estaban presentes entre los miembros del grupo. Pero ¿están presentes en nuestras organizaciones? En la mayoría de los casos los grupos se rompen porque su entorno no favorece su supervivencia. La mayoría de las empresas basan sus estrategias en factores que refuerzan la individualidad y no la integración.
Si no se aborda un cambio cultural de fondo, será muy complicado introducir en la Empresa una adecuada Gestión de equipos de trabajo, porque, de hecho, es un cambio de actitud lo que define este proceso, también es un cambio de paradigma con respecto al tipo de organización dominante en el último siglo, y romper o cambiar un paradigma suele ser un proceso arduo y difícil. En palabras de Stephen R. Covey “Los paradigmas son poderosos porque crean los cristales o las lentes a través de los cuales vemos el mundo.”[1]
La solidaridad, la humildad, la generosidad… no son, generalmente valores bien vistos en el mundo empresarial y esto es una tremenda paradoja, porque precisamente son los que se necesitan para que el desarrollo de los equipos sea eficaz ¿y no busca la empresa la máxima eficacia?
“Los equipos deben aprender a explotar el potencial de muchas mentes para ser más inteligentes que una mente sola”[2] esta frase resume el objetivo a alcanzar con el desarrollo de equipos. Aprendemos escuchando, aprendemos viendo, aprendemos imitando… a otros. La interacción humana es una fuente de riqueza inagotable. Ningún ser humano es poseedor del conocimiento completo, de lo contrario no habría posibilidad de aprendizaje, de ahí la importancia para el individuo de la pertenencia a equipos que le proporcionen un desarrollo en su crecimiento, tanto personal como profesional. Pero las barreras que se producen para alcanzar el cambio, tanto organizacionales, como individuales, impiden a los equipos alcanzar su máximo desarrollo.